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Cuéntanos un poco quien eres.

Mi nombre es Juan José Díaz Mochón, soy profesor de la Facultad de Farmacia. Fundé Destina Genomics en Edimburgo, cuando estaba haciendo mi posdoctorado. Recientemente fundamos una filial de Destina Genomics aquí en Granada, situada en el PTS. La compañía explota una de las patentes que desarrollé para hacer la detección de ácidos nucleicos de forma directa sin necesidades de hacer un PCR o ningún tipo de amplificación enzimática.

¿Por qué decidiste emprender?

La decisión de emprender fue muy motivada por el entorno en el que estaba, la Universidad de Edimburgo. Tiene un gran enfoque de trasladar al mercado lo que se genera allí. Con el soporte y apoyo que recibí allí, tanto del Scott Center como de la Universidad de Edimburgo, decidí dar ese paso. Esto me llevó estar fuera del mundo académico un tiempo y conocer todo lo que es el tema de buscar capital privado, riesgo y mucho de los asuntos que dentro del mundo académico no se hacen.

¿A qué se dedica la empresa?

La empresa se dedica a tener una tecnología única que nos permite leer las moléculas de ácido nucleico que tenemos circulando, que actúan cómo marcadores de enfermedades relacionadas con algún tipo de tejido, como puede ser, daño hepático o daño renal, y también, evidentemente, marcadores de cáncer que nos permiten monitorizar no solo la enfermedades, sino el éxito de los tratamientos de una forma continua.

¿Qué les dirías a los profesores sobre tu experiencia emprendedora?

Es una experiencia arriesgada, es una experiencia de mucha interactitud. Te metes en un mundo muy incierto y con retornos muy importantes. Sobre todo llevar al mercado productos que has desarrollado, con lo cual, la sociedad se favorece de forma muy importante y además generas trabajo de calidad.

Actualmente en un lado tenemos 10 personas, entre doctores y estudiantes que han acabado su máster tanto en la Universidad de Granada como de distintos puntos de Europa. Evidentemente la generación de trabajo de calidad es un incentivo bastante potente.

En general, diría que te permite llevar al mercado ideas que desarrollas en laboratorio y eso genera un retorno económico muy importante. No solo para las personas involucradas en el proyecto, si no también, para la sociedad en general, que es a lo que los investigadores nos dedicamos en cuerpo y alma.